La tecnología en el aula de lenguas extranjeras

  

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¿Qué puede aportar la tecnología a la enseñanza de lenguas extranjeras?



Sin duda todos los condicionantes que marcan la actualidad, hacen que esta sea una pregunta de extrema importancia. La tecnología nos rodea, se hace parte de nuestra vida personal y profesional; ya seamos nativos, emigrantes, visitantes o residentes digitales, y dejando al margen una o otra nomenclatura, la realidad es que la tecnología nos aporta importantes ventajas como profesores y como alumnos en cualquier modalidad de enseñanza: presencial, elearning o blearning.


En primer lugar, gracias a la tecnología y a su gran red de recursos, podemos crear un entorno de trabajo colaborativo mucho  más allá del que nos proporciona el modelo analógico, destinado al fomento y mejora de todas las destrezas comunicativas. La colaboración y la participación entre usuarios a través de redes sociales, comunidades virtuales, listas de difusión, blogs o cualquier otro recursos digital hace que el alumno  expanda la idea de trabajo cooperativo a un sin fin de posibilidades. A su vez, desarrolla la faceta del alumno como “agente social” que nos muestra el MCER, es capaz o tiene la posibilidad de verse en nuevas situaciones comunicativa, exponerse a la cultura de la lengua meta, interactuar de forma real con nativos o casi lo que podríamos denominar, situarse en  un entorno de inmersión virtual y de interacción cultural sin tener que desplazarse.


De igual modo, y en relación con lo anterior, la tecnología fomenta otro aspecto destacable en el aprendiente de idiomas, el aprendizaje autónomo o como también lo  denomina el MCRE, “saber aprender”. Gracias a ello, conseguiremos dotar al alumno de lenguas extranjeras de un importante grado de independencia y libertad en su proceso de aprendizaje. El aula y espacio de enseñanza no acaban en nuestra clase; la tecnología nos permite la posibilidad de que el alumno pueda exponerse al aprendizaje 24 horas al días 7 días a la semana, y en suma decidir en base a sus necesidades. 


Por otro lado, debemos señalar el componente de creatividad que la tecnología aporta a la enseñanza de idiomas. Tanto el alumno como el profesor, tienen ahora la posibilidad de crear contenido nuevo, de crear conocimiento y una vez de adaptarlo a sus necesidades de aprendizaje. El acceso actual al software libre o el uso de contenidos abiertos se convierten en otra contribución de la tecnología al aumento en la calidad de la enseñanza. 


Esto a su vez, podría estar relacionado con un aspecto importante del componente afectivo y empático en el aula, la motivación. Si bien es cierto que   el uso de la tecnología puede tener un mayor grado de valor motivacional en alumnos nacidos en plena generación digital por ser este su entorno comunicativo habitual, no cabe discusión en que, salvo excepciones, está presente en la vida de todo target de alumnos. Por tanto, el uso de cualquier recurso tecnológico posiblemente consiga aumentar el nivel de implicación  del alumno, le haga sentir parte del proceso de enseñanza como creador del mismo   y no solo como  mero observador.


A modo resumen destacaría por tanto las siguientes aportaciones:


  • Gran red de recursos al servicio de la enseñanza.
  • Entorno de trabajo colaborativo.
  • Interacción cultural con la lengua meta.
  • Aprendizaje autónomo.
  • Mayor creatividad en los contenidos.
  • Motivación.



La tecnología nos hace creadores y parte del proceso de aprendizaje de una lengua extranjera, nos acerca a ella, nos dota de herramientas que mejoran nuestra forma de enseñar y de aprender; pero sobre todo consigue acercarnos en todos los niveles a la lengua meta.






 

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